“Lo más doloroso de la historia de Joe DMaggio, es que le dimos una vida de héroe, y él nunca tuvo un día feliz”… Richard Ben Cramer, biógrafo de DiMaggio.
Una calurosa tarde newyorquina y veraniega, me encontré en Nueva York con mi querido amigo Luis Gerardo Tovar, quien fuera uno de los más notables actores y declamadores venezolanos. Comíamos unas tortitas de cangrejo crujientes, cuando me dijo…:
“Imagínate si soy ignorante del beisbol, que de Joe DiMaggio solo se que se casó con Marilyn Monroe”. Durante los días otoñales de 10 octubres newyorquinos, el Yankee Clipper, Joe DiMaggio, fue eje central de las Series Mundiales. Los Yankees y él estuvieron ausentes del clásico solo en seis oportunidades durante los 16 años entre 1936 y 1951. Pero ahora, en este inicio del 2021 , cuando los rayados del Bronx han saboreado 40 títulos de la Liga, lo que se ha revelado del legendario centerfielder es doloroso, lamentable. A más de dos décadas de su muerte, ocurrida el ocho de marzo del 2000, el libro “Joe DiMaggio: The Hero´s Life”, ha sido un multimillonario éxito editorial. En esas páginas, Richard Ben Cramer, hace revelaciones tan escandalosas como que Di
Maggio no solo le pegaba a Marilyn Monroe durante los nueve meses que permanecieron casados, sino que estuvieron a punto de volverse a casar después de divorciados. Y se hubieran recasado, pero esos planes fueron abortados por la inesperada muerte de ella, en 1962, debido a una sobredosis de drogas.
El tabloide “New York Daily News”, en reportaje exclusivo de Bill Madden, publicó partes de esa biografía, incluidas las relaciones del Clipper con mafiosos como Frank Costello, Abner (Longy) Zwillman y Richie (The Boot) Boiardo.
Esas amistades suyas eran tan íntimas, que por razones de seguridad y para evadir impuestos, Longy le dio a guardar una vez tres cajas repletas de billetes de banco de altas denominaciones. Y cuando Longy apareció ahorcado en su casa West Orange, ese dinero quedó en poder de DiMaggio. Por otra parte, Boiardo le regaló a la primera esposa de Joe, Dorothy Arnold, el anillo de compromiso, que fue muy costoso, con enormes brillantes y esmeraldas. A partir de 1951, cuando Di
Maggio se retiró del beisbol abandonando su uniforme número 5, fue un amargado suspicaz, obsesionado por el dinero y por conservar su privacidad.
Amigo de Sinatra, los Kennedy y H. Kissinger
Yankees le pagaban a Di`Maggio 100 mil dólares anuales, lo que entonces era uno de los sueldos más altos en Grandes Ligas. Por eso, cuando ya no recibía ese dinero, Joe se cobijó bajo el ala de Frank Costello, quien en su propio Banco, el Bowery Bank, le abrió una cuenta. Y allí aparecían depositados 200 dólares por cada visita que Joe hiciera a los cabarets manejados por Costello.
“Costello adoraba a Joe” le dijo Cramer a Madden, “y decía que era una prueba de amistad, cooperar con unos dólares para su retiro. Joe hizo numerosos comerciales del Bowery. Y por supuesto que cuando recalcaba por radio y televisión lo seguro que estaría el dinero nuestro en ese Banco, sabía lo que estaba diciendo”. Di´Maggio también fue amigo de Frank Sinatra, igualmente relacionado con la mafia, los Kennedy y Henry Kissinger.
Su abogado lo robó hasta después de muerto
Cuando el terremoto de San Francisco, durante la Serie Mundial de 1989, la casa de DiMaggio, en el área de La Marina, sufrió daños totales. Cramer cuenta…:
“En estos días, Joe hablaba de que iba en busca de su hermana, y siempre llevaba en sus manos dos bolsas. Los periodistas creían que se aferraba a útiles de su vida de pelotero. Pero lo que guardaba, para no pagar Impuestos, eran 600 mil dólares en billetes que había ganado por firmar autógrafos”.
No obstante su avaricia, Joe confió en su abogado, Morris Engelberg. Dice Cramer que lo explotó y que le robó hasta la sortija de la Serie Mundial 1936, a la cual calificaba Joe como su recuerdo más querido. Esa sortija, según el libro, se la arrebató Engelberg al cadáver de DiMaggio, inmediatamente después de morir, batallando unos minutos para poder sacarla del dedo. Engelberg aprovechó que en los últimos años de su vida, Di
Maggio había perdido la memoria y la habilidad para contar. Le manejaba todo.