La actuación colectiva de Leones del Caracas en el tercer y cuarto compromiso de la Final, fue diametralmente opuesta a la mostrada en los primeros cotejos, en donde limitaron a Tiburones de La Guaira en muchos aspectos.
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No obstante, después de combinarse para promedio de .375 con 16 carreras anotadas en los choques iniciales, en los desafíos 3 y 4 apenas registraron average de .220; producto de 15 incogibles en 68 turnos al bate, con tres anotadas, dos dobles, seis boletos y 14 ponches, cuando en sus juegos como locales solo recibieron cinco ponches y negociaron 15 pasaportes. Aquí la falta de paciencia, y también la mejoría del pitcheo rival, han sido claves para revertir la historia.
También lo ha sido la disminución de poder, con una ofensiva que despuntó con 53 vuelacercas en la ronda regular y luego en el Round Robin cayó al último lugar con solo 11 estacazos en 16 juegos.
Mientras tanto, el batazo de cuatro esquinas no ha aparecido en esta final para la ofensiva capitalina. En este bajón de poder las ausencias y también los problemas físicos han influido, pero es evidente que el pitcheo rival, en mayor o menor medida, ha conseguido aplacar sus daños.
El pitcheo de Leones ha cedido
En lo que respecta al pitcheo; sobre todo el bullpen, el cual causó mucho tiraje en los primeros dos desafíos, debido a la forma en que disminuyeron a la ofensiva de Tiburones, no ha sido ni la sombra en este reciente par de compromisos, permitiendo 10 carreras limpias, siete bases por bolas y concentrando efectividad de 8.03 en 11.2 episodios.
Una de las claves, de forma general para los escopeteros melenudos, está en lo permisivos que ha sido con la parte alta de la ofensiva escuala. De hecho, del primero al cuarto en el orden han bateado para promedio de .500 (de 32-16), con jonrón, cinco dobles y siete carreras impulsadas, dando un paso al frente a lo que fueron los primeros partidos, en donde los aplacaron a siete hits en 32 oportunidades.