Bob Abreu se prepara para su tercera comparecencia ante el jurado que anualmente decide quiénes merecen y quiénes no, ingresar al Salón de la Fama de las Grandes Ligas. En las dos oportunidades anteriores, el jardinero y toletero zurdo obtuvo el 5,5 y el 8,7 por ciento de los votos. Cantidades escasas al recordar que para la inmortalidad se requiera como mínimo el 75%. Sin embargo, hay un consuelo, la cantidad ascendió. ¿Proseguirá ascendiendo en 2022?
Después de su retiro en 2014 tras 18 campañas de actuación en las grandes ligas con los Astros, los Filis, los Dodgers, los Yanquis y los Angelinos, creímos que llegado el momento, Abreu tendría una buena oportunidad de llegar a Cooperstown. De no ingresar con la franqueza de un Derek Jeter, que al menos recibiría una cantidad de votos estimable, lo que no ha ocurrido. Entre 1996 y 2014, siete veces concluyó con promedios de más de .300 puntos, en ocho remolcó más de 100 carreras, en otras ocho largó más de 20 cuadrangulares, en ocho consiguió más de un centenar de boletos, en ocho más anotó más de cien carreras y robó 400 bases. Ganó un “Guante de Oro”, en ocho ocasiones superó las 10 asistencias desde el jardín derecho, y nunca concluyó con al menos 10 errores.
A simple vista, estadísticas que hablan de lo que se aprecia como un pelotero completo. Es decir, capaz de hacer cualquier cosa en el terreno de juego para ayudar a ganar. Incluso en una ocasión, en medio de esas acostumbradas tertulias sobre el tema, opinamos tenía más opciones que Omar Vizquel para llegar al Salón de la Fama.
Por lo apreciado en sus dos primeras oportunidades, hay un hecho cierto que podría afectar esa supuesta opción, su precario números de topes individuales. En esas 18 campañas, Abreu solo tuvo dos topes, 11 triples en 1999 y 50 dobles en 2002, ambos con los Filis de Filadelfia. Y conste que en siete temporadas superó la barrera de los 40 dobles.
La experiencia demuestra, que hay dos factores que tienden a influir en la votación de la Asociación de Cronistas de Beisbol de Estados Unidos, el rol jugado en el triunfo de su equipo, y las comparaciones que se hagan con otros peloteros, contados los de otras generaciones. No obstante, al final, lo único que cuenta, es la opinión de los votantes con su poder absoluto de la última palabra. Y nos referimos a una realidad objetiva. Después de todo, la de los periodistas, no es más que una opinión subjetiva, por mucho que tenga de verdad.
En nuestra próxima entrega, daremos otras versiones sobre el caso de Bob Abreu y el Salón de la Fama, sin perder la perspectiva de su condición subjetiva. No puede ser de otra manera.