viernes, septiembre 29, 2023
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Visión de juego | Símbolo invaluable de lo permanente

En una época donde la instantaneidad marca el ritmo de la vida, lo permanente y duradero parece una antigualla. Noel Sanvicente formaba parte de esas piezas de colección, un incunable que la dirigencia del Caracas FC cuidaba como uno de sus mayores tesoros. Como ocurre con los objetos únicos e irrepetibles, el valor del entrenador guayanés es incalculable. ¿Cómo se puede tasar el precio de un técnico que ha ganado 6 de las 12 estrellas del club capitalino, que lo convirtió en el club más ganador de Venezuela, que ha formado y valorizado nuevos jugadores para la exportación y que es un objeto de culto para la apasionada legión de aficionados de los rojos?

Ningún técnico en la historia del fútbol venezolano había logrado tal simbiosis con un club. Decir Sanvicente es decir Caracas FC y viceversa. La tercera etapa del entrenador en el banquillo capitalino, entre 2017 y 2021, que culminó el miércoles de manera sorpresiva, con un frío comunicado de la institución y la educada respuesta del técnico, resultó provechosa. Consiguió en 2019 la estrella número 12 para quebrar la sequía de nueve temporadas en blanco, llegó a otra final en 2021, clasificó a cuatro Copa Libertadores y disputó cuatro Copas Suramericanas, lo que se tradujo en valiosos ingresos en divisa para la institución. Sanvicente lucía como una versión criolla de Sir Alex Fergunson, el eterno entrenador que transformó al Manchester United en una potencia en Inglaterra y Europa, y se jubiló de los “Diablos Rojos” como un poderoso símbolo del club inglés.

A diferencia del United que conservó a su máximo líder en la cancha hasta que decidió dar un paso al costado, Caracas le abrió la puerta de salida a Sanvicente para que buscara trabajo fuera de casa. Es cierto que el contrato se había vencido y que la dirigencia no tiene la obligación de conservar al entrenador hasta el fin de los tiempos. Solo que dejar ir al técnico que te encumbró parece un desacierto que no se puede explicar desde lo económico ni mucho menos desde lo deportivo. Pero en estos tiempos de la fugacidad y lo pasajero, de la instantaneidad, lo verdaderamente extraordinario es que Sanvicente haya construido en el fútbol venezolano una obra tangible, permanente, basada en la humildad, el trabajo incansable para formar y pulir jugadores que dejaron huella en Caracas y Zamora. Seguramente le sobrarán ofertas para seguir dirigiendo en Venezuela. Cualquiera sea su sucesor en el cargo, tendrá el enorme desafío no solo de ganar títulos sino de calzar los enormes zapatos que deja Sanvicente en el Olímpico.


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