viernes, septiembre 29, 2023
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Tripleplay | Entre Clemente y la pandemia

No hay manera de encontrar un lado bueno en el coronavirus, si es que lo tiene. Como tampoco faltarán quienes hayan tratado en estos dos años de pandemia, de tratar de hallar el cómo soportar su inevitable nueva realidad. En mi caso, leer ha sido uno de los recursos agotados entre otros, y que nos ha conducido desde entonces, ya en tres ocasiones, ante la biografía que David Maraniss escribió de Roberto Clemente.

Después de todo, pese a su frecuencia, no ha sido una mala opción. Van tres lecturas, pero ya lo había ojeado de punta a punta en cuatro ocasiones desde que lo compré en 2007. Y como suele ocurrir con los libros, cada vez lo he disfrutado más. Sobre todo por tratarse de mi pelotero favorito en el mundo de las grandes ligas detrás de Sandy Koufax.

Maraniss bautizó su libro “Clemente, la pasión y el carisma del último héroe del beisbol”, y en su intento por seducir adeptos, el periodista estadounidense inicia su relato recordando que la memoria y el mito de Clemente se entremezclan en su historia a pesar de tener más de tres décadas de muerto. De que prosigue vivo en la conciencia deportiva mientras otros atletas aparecen y desaparecen, lo que sucede a pesar de que el desempeño de Clemente transcurrió en relativa oscuridad, lejos de los fabricantes de mitos de Nueva York y Los Ángeles. Para que lo tengamos presente, repite que cuarenta escuelas públicas, dos hospitales y más de doscientos parques llevan su nombre, desde Carolina donde nació en 1934, hasta Pittsbugh donde jugó con los Piratas por 18 años, de 1955 a 1972.

En la última parte del texto, intercambió palabras ofrecidas por Clemente, con su percepción del boricua, luego de guiar a los Piratas a ganar la Serie Mundial de 1971 sobre los Orioles de Baltimore. Como la certeza de que no había nada en el terreno de juego que no era capaz de hacer, que podía halar la pelota cuando quería. De que jugaba de ese modo todo el tiempo, durante toda la temporada, en todas las temporadas. Que no era hipocondríaco y que estaba cansado de los periodistas que siempre añadían algunos “peros” a sus actuaciones. Que no jugaba para sí, y que estaba muy feliz por el triunfo de los Piratas porque había sido el esfuerzo de un equipo que le había tomado el año entero.

En una visión más íntima, Maraniss destaca cómo la imagen de Clemente era una expresión de santidad, de solemne belleza aunque no fue un santo. Fue un tipo inquieto, apuesto, sentimental, inestable, tierno, serio, desprendido, obsesionado, sensible, contradictorio y apasionadamente orgulloso. Rompió las barreras raciales y lingüísticas para alcanzar la grandeza y murió como un héroe, un término que se usa indiscriminadamente en el mundo de los deportes, pero en su definición clásica es el nombre que se da a quien da su vida en servicio de los otros, como lo hizo Clemente.

Aquella épica Serie Mundial del 71 frente a Baltimore

No hubo mucho de novedoso en la reciente lectura del libro de Maraniss, aunque hubo párrafos que tuve la impresión de estar leyendo por primera vez.

Quizá por el propósito inconsciente de agrandar mi fanatismo por el boricua que falleció el 31 de diciembre de 1972, en un accidente aéreo al caer al mar el avión que lo llevaba a Nicaragua con ayuda para las víctimas del terremoto que había sacudido a ese país.

Su actuación en la Serie Mundial del 71 no deja de fascinarme. Fue elegido Más Valioso y el primero en hits, dobles, jonrones, triples y bateo, luego de dar 2 cuadrangulares, dos tubeyes, un tribey, remolcar 4 anotaciones y coleccionar 12 imparables en 29 turnos, con un promedio de .414, 4 remolcadas y tres anotadas.

EN TIPS

El boricua no dejó de batear

Su regularidad desde el home no deja de llamar la atención y Maraniss lo destaca en detalle. Participó en dos Series Mundiales, la de 1960 ante los Yanquis y la de 1971 contra a los Orioles. Dio al menos un hit en cada uno los catorce desafíos de los dos clásicos ganados por el Pittsburgh.

¿Hasta cuándo el coronavirus?

Desafortunadamente, no hay indicios de que el Covid 19 dejará de atormentar nuestras vidas. Así que tendremos que proseguir en la búsqueda de qué hacer para pasar el tiempo en las mejores condiciones. De mi parte, seguiré refugiado en los libros. Como el relato de Maraniss con Clemente.


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