La juventud siempre ha sido un tema de evocación, especialmente después que se pasa de los cincuenta años de edad. Toda esta dulce nostalgia la representó George Bernard Shaw cuando dijo que “es lo más hermoso, lástima que esté en manos de jóvenes”. Esta reflexión nos vino a la mente el domingo en la tarde-noche cuando vimos a Carlos Alcaraz, en la flor de sus diecinueve años, hacer suyo el Abierto de Estados Unidos. Y entonces, por causa del tenis, rebotamos hacia el fútbol y el beisbol, dos deportes también tomados por asalto al descampado y sin orden de devolución por la irreverencia de los muchachos. Tener esos años no es normal; una antigua compañera de trabajo, incrédula, se preguntaba: “¿hay alguien que pueda tener esa edad, eso es verdad?”…
Ahora volvamos al fútbol. Por ahí andan, entre travesura y travesura, entre bromas y jodederas, Erving Haaland, del Manchester City, Kylian Mbappé, del París Saint-Germain, y Vinicius, Real Madrid. Para ellos marcar un gol o dibujar una jugada de acertijos no es algo que los atormente ni los preocupe si la fallan, sino es un pequeño episodio que resuelven con una sonrisa ancha y contagiosa. Le han dado al fútbol una alegría que con tanto negocio envuelto a su alrededor, con el dinero a borbotones que más que un deporte lo han convertido en una bolsa de valores, parecía perdida. Pero llegaron ellos y tiene sentido esperar sus partidos para contagiarnos de su fiesta y recuperar la fe en el balón y las canchas del mundo. En el beisbol hay otro jolgorio. Recogiendo pelotas y repartiendo batazos insurgen como prodigios el dominicano Julio Rodríguez (Marineros de Seattle) y el venezolano Oswaldo Cabrera, de los Yanquis de Nueva York, para animar un jolgorio que siempre está haciendo falta. De a poco se han ido haciendo indispensables para sus equipos, y miran hacia el porvenir, serie de campeonato y Serie Mundial, con derramado optimismo…
Todo este universo de juventud citado es sub 24; es decir, no hay ninguno que llegue a esa edad. Y si hurgamos en la vida actual este panorama es así porque en los días que corren, tan apuraditos, de tanto vértigo con el tiempo, parece que se quieren hacer las cosas prontamente, como si el Armagedón que anunciara el fin del mundo estuviera por llegar. Así es en la música, en las empresas, en el diario vivir: paren el mundo que me quiero bajar. En realidad todo llega, todo en su momento, así se llamen Carlos Alcaraz, Erving Haaland, Kylian Mbappé, Vinicius, Julio Rodríguez u Oswaldo Cabrera. Nos vemos por ahí.