Un amigo nos decía que para él, el Mundial significaba el calendario de su vida. Cuando nació se jugaba el de Suecia 58, cuando lo bautizaron el del Chile 62, cuando hizo la primera comunión el de Inglaterra 66, cuando terminó la primaria estaba en juego el del México 70, cuando sus padre lo enviaron a estudiar inglés a Estados Unidos se disputaba el del Alemania 74 con regreso en medio del de Argentina 78, y en el 82, en el de España, fue cuando contrajo matrimonio. Así ha visto pasar la vida, entre campeonato y campeonato, porque al final de todo ser mundialista es toda una cultura de los tiempos que vivimos. Es un embrujo particular, una seña de identidad que está fuera de la realidad del tiempo que se vive allá afuera. Todo esto lo recordamos la tarde de la final de Catar, y hemos pensado: ¿qué estará haciendo nuestro amigo hoy, con qué evento de su existencia habrá correspondido el Mundial?…
Y es llamativo, porque normalmente al pasar el torneo lo olvidamos prontamente, especialmente en estos días de Navidad. El fútbol se ha llenado de campeonatos de todo tipo, y para más, en los últimos años ha surgido la fuerza de su versión femenina. Así pues, abróchense los cinturones, porque las mujeres piden su justo lugar en el calendario universal. Entonces nos preguntamos: ¿hasta dónde irá a llegar todo esto, será que al final el fútbol va a ser una nueva forma de gobierno mundial, o será un globo inflado por la FIFA y las transnacionales que en algún momento, y saciada ya la sed de dinero, reventará y se llevará por delante a un gentío?…
Un apunte final sobre el Mundial de Catar. Es un tema de siempre, porque tiene que ver con la santa manera que tenemos de ver el fútbol. No pretendemos discutir de este asunto, porque por principio periodístico respetamos todas las opiniones y no prendemos tener la verdad entre manos. Entonces creemos: ¿por qué no le otorgaron el premio como el más valioso de la Copa a Damián Emiliano “Dibu” Martínez, el valeroso arquero argentino que contuvo dos penales ante Países Bajos, y otro en la final ante Francia? Tal vez él no esté montado todavía en el caballo salvaje del gran hecho publicitario, aquello que deslumbra en los medios de comunicación, pero sin él entre los tres palos quizás Argentina no estaría hoy festejando la obtención del título. Estos asuntos del mercadeo son decisivos en la entrega de reconocimientos, y aquí, según pensamos, no se ha hecho. No sabemos si nuestro punto de vista es adecuado, pero tal vez hasta en estas cosas hace falta la creación un mundo nuevo.
Nos vemos por ahí.