lunes, marzo 27, 2023
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Dos hechos para envolver a un país

Disfruten de una nueva entrega de "Camiseta Diez" por Cristóbal Guerra

No importa si usted elige el fútbol o el beisbol entre sus preferencias; no importa, porque lo mejor del aficionado venezolano es el gusto que tiene por todos los deportes, y por ellos los aúpa de todo corazón. Y qué bueno, porque seguir un deporte, como pasa con la música, lo hace dejar a un ladito todas las angustias cotidianas y los recibos pendientes del condominio. Por eso es que en los últimos días dos noticias, o dos hechos para mejor decir, sacudieron el alma criolla. La renuncia de José Néstor Pékerman a la selección de fútbol fue tremenda, porque la publicidad desatada a su alrededor cuando llegó al país como salvador de la Vinotinto, apuntalada por su reputación de gran teórico del juego, respaldaban todo lo que entonces se proclamó. Ya tiene un sustituto, Fernando Batista, del mismo grupo de entrenadores aunque sin las marquesinas de aquel; a lo mejor, y calladamente, llegue a mejores puertos que su mentor…

Y el otro sacudón, con la fuerza de un movimiento telúrico, se dibujó con las victorias en el Clásico Mundial de Beisbol. Este hecho ha tenido dos efectos: por encima de todo, la unión en un coro de multitudes de todo el país, alucinado como ha estado con la selección nacional. Y también, y como continuación de capítulos como en una serie de Netflix, la final Caracas-La Guaira unida a la exitosa Serie del Caribe y la vuelta al beisbol como el deporte nacional, el que está en las venas del venezolano. En fin, una noticia futbolera agridulce, sin Pékerman pero con Batista, y una feliz salida desde los bates de Jugadores de beisbol, que han borrado en la gente el prejuicio de que lo único que les mueve es el dinero. Qué va, están de alma, vida y corazón con el país entero, porque no se puede dudar de que sienten y les duele la camiseta que llevan puesta en cada partido, en cada respiración…

Y las cosas en el deporte van cambiando, ya han cambiado. En un largo tiempo se hablaba de Colombia como país exclusivamente de fútbol y de Venezuela como de beisbol. Ahora cómo cuesta ganarle a los colombianos en el diamante de bates y guantes, y cómo les cuesta a ellos vencer a la Vinotinto en el campo de balones y tiros al arco. Hoy ya nadie puede dar triunfos por descontado. Son varios los factores para tales efectos, pero es indiscutible que todo se debe a la imagen, en especial a la televisión. Tomando de aquí de más allá, emulando estilos y concepciones, viajando por todos los rincones del planeta y llevando teóricos de toda ralea, las cosas se han ido mixturando, y ya casi todos se parecen a casi todos. “Temps era temps”, como dicen los catalanes.

Nos vemos por ahí.

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