O los demás países futboleros han ido en franco ascenso, es decir, hacia un porvenir en colores, o el fútbol venezolano está estancado que es como seguir dando ventajas. Antes fue Bolivia, ahora Uruguay. Antes hubo boquetes por aquí y por allá, ahora hay boquetes por aquí y por allá. Viendo el partido recordamos aquella película, “Temple de acero” del oeste de Estados Unidos, en la que Jeff Bridges, un comisario alcohólico y buscador de recompensas, es llevado a juicio por un delito; y ahí, ante el jurado y el público, alega que él no ha sido el del delito, que él se aleja del hecho, que él no ha cometido la fechoría de la que se le acusa, porque “yo cuando pongo el retroceso siempre voy para atrás”. Esta analogía viene al caso de la Vinotinto Sub 20, que cuando llega al área adversaria, pelota al pie, no es capaz de ir adelante, y como Bridges “pone el retroceso”…
Al margen de los valores individuales, las carencias más visibles en la selección nacional ante los uruguayos fueron, con características de gran pecado, los aspectos tácticos. No hubo buen juicio para entender que era por allá, por el costado derecho, izquierdo para Venezuela, la comarca por donde el rival cocía a fuego rápido sus llegadas de cuatro filos.
Y entonces aparecen las faltas exageradas y la expulsión como consecuencia, y con ello la caída del sistema táctico y la derrota inevitable. Teníamos, y aún seguimos teniendo, cierta fe en el llamado “proceso argentino” en el que José Pékerman lleva las riendas. Sin embargo, y aquí están muchas de las consecuencias de la lamentable presentación Vinotinto en el Suramericano Sub 20, ha sido el evidente desconocimiento del técnico Fabricio Coloccini de la realidad actual del fútbol de esa edad. Se le ve perdido, sin poder descifrar los enigmas de los partidos, sin conseguir qué hacer ni qué decir…
Anoche, y ya con la soca apretando el cuello, la selección venezolana enfrentaba a Ecuador, siempre rocoso, siempre duro, con la misma fiereza de la zaga uruguaya. En ese lance la Vinotinto ponía en la mesa su última baraja, su desesperada oportunidad de acceder a la ronda decisiva del torneo y no seguir viendo la ya remota posibilidad de viajar al Mundial.
Habrá que sacarse de la cabeza la idea de los éxitos criollos del 2009 en Egipto y del 2017 en Corea del Sur, y pensar en los días actuales. Si la Vinotinto no consigue el objetivo, si no consigue la salida del intrincado laberinto en el que está metida, habrá que replantearse lo que se ha hecho y lo que se habrá de hacer.
Nos vemos por ahí.