No hay computadora, inteligencia artificial ni “Juego de calamar” que pueda conocer las intenciones de lo intangible. Solo se puede presumir su contenido, y eso es lo que acaba de pasar con la Vinotinto en el Premundial Suramericano.
Al acercarse los tres partidos de septiembre, se oyó una voz: “No puedo ir. En este país hay cuarentena que debo cumplir al regreso de Venezuela y el equipo no me deja viajar”.
La selección quedó al descampado entonces, porque de súbito se supo de algunos más que tampoco podrían tomar vuelos hacia Caracas “porque estamos lesionados”.
Además, luego del juego ante Brasil extrañó que para enfrentar a Ecuador y Chile no se convocara a un jugador de mucha importancia para la selección: “Se lesionó en un entrenamiento”…
Habría que volver a hablar de lo intangible. ¿Quién dijo qué, de donde provinieron las justificaciones para tanta irregularidad?
Quizá se podría explicar la ausencia de Salomón Rondón porque las circunstancias no dependían de él, pero no así de Josef Martínez, Mikel Villanueva, Yefferon Severino y Yordan Osorio. La coartada de las lesiones se derrumbó por su propio peso, pues por esos mismos días de los partidos de la clasificación mundialista el grupo actuó en las ligas de cada uno.
Y, finalmente Yeferson Soteldo, “lesionado” de último momento, cuando es vox populi que fue suspendido por la dirección técnica de la Vinotinto por conducta impropia de un jugador de selección.
¿Qué es de verdad lo que ha pasado con este grupo de jugadores fundamentales para la formación de la Vinotinto? ¿Temían que su prestigio como futbolistas se desvaneciera ante las derrotas, o hay razones profundas, y ya sabemos que lo más “profundo” para el fútbol profesional es el dinero?…
El fútbol venezolano tiene que sincerarse, desde la A hasta la Z, y tener las agallas para hablar cara a cara con su real situación; decir qué es y hasta dónde quiere ir. Continuar en la creencia que bajo estas estructuras se puede ser tan competitivo como para igualarse con la mayoría de los países de la región sigue siendo una quimera.
Los jugadores han crecido en sus niveles principalmente por actuar en exterior, pero no porque haya en Venezuela un desarrollo a tomar en cuenta. Esa creencia habrá que borrarla del mapa de las fantasías, y decir lo que de verdad es y existe. Y partiendo de ahí comenzar a crecer, y quizá ya no habrá deserciones, lesiones inventadas como justificación ni escapadas nocturnas, ni jugador que no quiera vestir a toda vela la camiseta nacional.
Nos vemos por ahí.