Adalberto Peñaranda ha andado de aquí para allá por los terrenos de fútbol, pero no por eso ha sido el típico trotamundos en procura de aventuras para ganarse un buen dinero.
El atacante, luego de sus inicios en el Deportivo La Guaira, ha llevado su andar por las canchas en el Udinese, Granada, vuelta al equipo italiano, Málaga, Wattford, K.A.S. Eupen y el CS Kas Sofía, hasta recalar en Las Palmas, en la segunda división española, donde hoy es bien visto por su tamaño futbolístico.
Y decíamos que este muchacho de 24 años de edad no se puede considerar un jugador que anda buscando dónde asirse, porque sus devaneos futbolísticos han tenido que ver más bien con sus andanzas fuera de los campos. Díscolo, a veces dado a amigos y amigas, se ha ido del fútbol varias veces con las consecuencias que esa vida puede llevar.
Por eso ahora en las Islas Canarias en visto como uno de los salvadores del club para regresar a la primera división… Peñaranda, pues, busca su tesoro perdido. Ha sido convocado por Leonardo González con la esperanza puesta en que su juego pueda darle respiro a la selección. Con sus maneras en la cancha, con su ingenio poco común, tratará de convencer, y convencerse a sí mismo, de que aún todavía hay tiempo para creer en todo lo que él es capaz de hacer cuando los partidos aprietan…
A Pedro Zárraga, in memoriam: Pocas veces, en nuestras ocasionales conversaciones hablábamos de fútbol. Las palabras tomaban la deriva de la historia, de la literatura, del país y de la broma. Porque con Pedro Zárraga se podía hablar de todo, hasta de las muchachas lindas que a cada instante pasan por las esquinas de Caracas.
“Su voz pastosa”, como alguna vez en las páginas del diario El Nacional la llamó el compañero periodista Carlos Ortega, marcó a una generación no solo de relatores como él estelarmente lo fue, sino a los aficionados que en los tempranos años ochenta vivían cada domingo y por el Canal 8 el fútbol italiano.
Entonces, a mediodía, sonaba el teléfono en los días cuando no había internet y quien ahora escribe era coordinador del suplemento Pantalla de cada lunes, para oír del otro lado aquella “voz pastosa” pero inconfundible, de Pedro: “Caballo, te llamo para que me des los resultados del fútbol europeo”.
La información le era útil para su programa “El mundo del fútbol”, en Radio Rumbos, que se emitía el mismo séptimo día de la semana y que los aficionados seguían con dedicada vocación. Pedro se ha ido, pero sigue por aquí, por los bajos del estadio Olímpico, por el canal de televisión, por los pasillos de la radio, y en la memoria de los que tuvimos la gran fortuna de ser sus amigos.
Nos vemos por ahí.