Medio siglo ha transcurrido ya de la partida de Roberto Clemente de este mundo, como también medio siglo se cumplen de su temporada final en las grandes ligas. Un tránsito vital este último, que tuvo su comienzo en septiembre de 1972. Es por ello, que parte de estos días finales del jardinero y toletero puertorriqueño, los dedicaremos a rememorar algunos de sus episodios en su postrera campaña, toda con el uniforme de los Piratas de Pittsburgh.
Salvo el tradicional y común afecto que nos impulsa alrededor de los deportes y sus protagonista, nunca terminamos de entender ciertos afectos que nos atan por siempre a un atleta en particular. Como es el caso de Roberto Clemente. Tal vez solo se trate de la admiración que provocaba por lo que hacía con su cuerpo en el terreno. Sin embargo nuestra estima por él va mucho más allá desde tiempos inmemoriales, como también nos sucede con Sandy Koufax.
No tendría por qué llamar nuestra atención, que periodistas estadounidenses expresaran tal admiración por Clemente, en una época en que los latinoamericanos aún eran una excepción en el beisbol norteamericano. Clemente estuvo en las ligas mayores de 1955 a 1972, cuando el interés de los medios de comunicación y de los aficionados, tendía a concentrarse en los Willie Mays y los Mickey Mantle de la época. Sin embargo, el recuerdo y la admiración por el boricua que nació el 18 de agosto de 1934, logra soportar el paso del tiempo.
El periodista David Maraniss, en su libro “Clemente, la pasión y el carisma del último héroe del beisbol”, publicado en 2003, inicia su alabanza a Clemente con un texto que no deja de admirarnos, sobre todo si nacimos en esta parte del mundo. “La memoria y el mito se entremezclan en la historia de Clemente. A pesar de llevar más de tres décadas de muerto, sigue vivo en la conciencia deportiva, mientras otros atletas aparecen y desaparecen, y esto sucede a pesar del hecho de que él desempeñó de su carrera pasó en relativa oscuridad, lejos de los fabricantes de mitos de Nueva York y de Los Ángeles. Cuarenta escuelas públicas, dos hospitales y más de doscientos parques y estadios de pelota, llevan su nombre, desde Carolina, Puerto Rico, donde nació, hasta Pittsburgh, Pensilvania, donde jugaba”.
El escritor puertorriqueño Edgardo Rodríguez Juliá lo describió una vez, “cómo desde el punto de vista del talento para el beisbol, según la jerga beisbolera, Clemente fue un perfecto “natural”. Un talento que alcanzó el genio con todas las destrezas juntas, las del virtuosismo, en un cuerpo perfecto para jugar pelota. Su extraordinaria pinta siempre lo ayudó a alcanzar esa dimensión heroica. Nació, lo mismo que para el beisbol, para las fotografías, los bustos y las estatuas. La suya fue una cábala apolínea. Como batear esos perfectos tres mil imparables. Aún cuando sonreía, no bajaba la guardia en su empeño por probarse como pelotero negro boricua digno del mayor respeto.”
Hits en todos los juegos de la Serie Mundial 1960
A Clemente lo conocimos en principio de 1962, cuando su barajita de la colección de la casa Topps apareció entre las tarjetas que acababa de comprar en el abasto de la Calle Real del Prado de María.
Está de pie y luce el uniforme blanco y negro que entonces identificaba a los Piratas de Pittsburgh.
Está identificado como Bob Clemente, y para resaltar su presencia, la Topps recuerda cómo es uno de los mejores jugadores de las Ligas Mayores y en 1961 fue campeón bate en ambas ligas con .351.
Impuso un récord en la Serie Mundial, al batear de hit en todos los juegos durante el Clásico de 1960 contra los Yanquis de Nueva York. Es un gran corredor de bases.
Aún se recuerda su actuación en la Serie Mundial de 1971 ante Baltimore, donde fue designado el Jugador Más Valioso.
EN TIPS
Clemente y Koufax
Para un niño que como yo se adentraba en los secretos del beisbol, aquello fue una revelación que permanecería para siempre en nuestra mente. Sobre todo porque fue un descubrimiento que coincidiría en hora y fecha con el de Sandy Koufax, con Roberto Clemente, mi héroe eterno.
La historia del gran pelotero boricua continúa
En nuestra siguiente entrega de todos los domingos, y durante todo el presente mes, daremos inicio a buena parte de la inesperada zaga de despedida de Roberto Clemente en 1972, mientras completaba su campaña número 18 en las grandes ligas.
Saludos Humberto!! Maravilloso artículo…
Saludos. Por favor, a Humberto Acosta que coloque su correo electronico para interactuar con nosotros los lectores.